Desde
un punto de vista bilógico siempre me pareció imposible que el cazador se convirtiese
en la presa, que una gran loba se transformase en una simple perra adiestrada y al servicio de su amo.
Una
chucha sumisa, así soy yo ahora. – Una cánida sin collar ni dueño - Me repito
para mis adentros.
Si cierro
los ojos puedo ver su imagen; la de una loba flaca, sus costillas se marcan por
debajo de su pelaje, jadeante, buscando algo que pueda satisfacer su apetito
sin éxito, rasca su espalda con los dientes hasta que la sangre aparece en la
piel, sus uñas largas y descuidadas que se enganchan en las ramas que pisa.
Olfatea sin cesar, aúlla al infinito en busca de otro de su misma especie. Se tambalea deshidratada,
hambrienta, herida…
No
importa mi nombre, ni mi fecha de nacimiento, ni siquiera en qué trabajo o
donde vivo, cual es mi ciudad natal ni el coche que conduzco, aunque…si
realmente el lector desea saberlo, es un Mercedes.
Durante
toda mi vida me he considerado una cazadora; en los negocios, en las apuestas,
e incluso me considero una manipuladora. Todos hacen y siempre han hecho
lo que yo deseaba que hiciesen. Soy una buena mentirosa, paciente y
observadora.
Pero…hay
algo que se me escapó, un pequeño parásito que me devora por dentro a cada
segundo de mi ahora patética vida. Un demonio interno que me impide dormir y
comer. A ese demonio, a ese parásito lo llamo amor.
El amor
fue el que me convirtió en la presa, quien me hizo pasar de ser el hambriento
lobo a la inocente Caperucita.
De nada
sirvió mi frialdad contra su encanto, de nada sirvió el “solo es sexo” , pues a
cada día que transcurría más feliz me sentía, más me costaba esconder la
sonrisa…y más cerca estaba de ser engullida.
Un día, sin más desapareció con un “lo siento” y de mi no quedaron ni los huesos.
Eh, es precioso! Triste pero precioso. ¡Sigue escribiendo, loba! =)
ResponderEliminarMuchísimas gracias mi Trucha de mar favorita xD ^^
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